La necesidad de “seguridad” de las personas puede tener un tinte de irracionalidad y ser infundada e incomprensible. ¿Por qué tanta gente tiene tanto miedo de los animales salvajes -de los lobos o incluso de un solo oso- pero no de las centrales nucleares?
Mientras que los lobos no han matado ni herido a una sola persona desde su regreso, en España, durante el año 2022, el tráfico por carretera mató a unas 1.145 personas. Una comparativa que nos debería dar para una reflexión.
A veces no es fácil no dejarse engañar y cegar por la propaganda de representantes de determinados intereses sin tener en cuenta a la ciencia.
En Andalucía, el lobo se ha extinguido, y en toda la península solo contamos con unos 1800 individuos. Ellos necesitan hábitats adecuados con abundante caza: mamíferos pequeños (conejos, liebres u ovejas) o herbívoros grandes (especialmente los ungulados silvestres: corzos, ciervos y jabalíes).
Contrariamente a lo que sugiere el cuento de Caperucita Roja, los humanos no forman parte de su menú. Tampoco muestran interés por el ganado grande, como los caballos o las vacas, porque estos animales pueden defenderse, pero sí por las presas fáciles de alcanzar, como lo puedan ser las ovejas desprotegidas. ¿Cómo pueden saber que esas ovejas son parte de la economía de los humanos y no son presas para ellos?
Los propietarios, sin embargo, ya deberían ser conscientes de las características de un depredador como el lobo. Pueden y deben proteger sus rebaños con vallas eléctricas debidamente aseguradas, con perros guardianes y también con pastores. Además hay ayudas económicas para tomar medidas de protección e incluso indemnizaciones en el caso de que se hayan producido daños económicos, disponibles estas últimas en las comunidades autónomas.
Todo esto es bien sabido. Pero las protestas contra los lobos no tienen fin. A los cazadores les gustaría disparar, mientras que los ganaderos no quieren tomarse la molestia de proteger como es debido a sus animales. Se sugiere a la población que los lobos atacan a los humanos. Y para culminarlo todo, ahora la política se entromete de lleno: La presidenta de la UE, Von der Leyen, movilizó a los legisladores europeos a rebajar el nivel de protección del lobo y todo por intereses personales.
Una cosa es segura. La caza del lobo no va a ayudar a ningún ganadero, porque está científicamente comprobado que al disminuir el número de individuos de la manada, y con frecuencia, al cazar a los individuos alfa, que son los que saben cazar piezas salvajes, los lobos tienden a buscar presas fáciles por falta de capacidad y de aptitudes, y eso repercute de nuevo en los ganaderos.
La solución es otra y los expertos lo saben, solo falta que se garantice que se lleve a cabo. En lugar de perseguir al lobo, la administración debería preocuparse de hacer seguimiento de la protección que dan los ganaderos a su ganado, que no necesita de grandes inversiones para ser eficaz.